miércoles, 1 de noviembre de 2006

BIEN MORIR

¡Es que no hay tiempo muchachos, no hay tiempo!
Lic. González Anaya dixit.
Es el morir de pie, "como los árboles".
No lo juraría, pero puedo suponer que despertó como cualquier otro día, arreglo personal, desayuno ligero, tomar el portafolio, las bolsas de hule llenas de sólo Dios sabe qué, salir a la calle, el coche viejo pero ¡ah, cómo anda!, atención al semáforo, ¡ah qué juventud, siempre de prisa!, estacionamiento habitual, que no me pase lo de ayer que se me olvidó dónde lo puse, saludos a diestra y siniestra, checar, subir dos pisos, la oficina, correr a la clase que ya me están esperando, platicar chistes y chismes, dormitar un rato, hay conferencia, el cafecito con la "secre"... bostezar, agachar la cabeza sobre el pecho... dormir... no despertar... para siempre... ahí les encargo que no despierten al viejo...
Con todo cariño y admiración, a un hombre que murió donde más tranquilo se sintió: en su trabajo, escuchando los gritos de sus alumnos... ¡qué envidia!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

si reina que envidia no todos tienen esa entereza de soportar el paso del tiempo y trabajar hasta el último día de su vida.

Anónimo dijo...

Enteresa, salud física y mental que les da la satisfacción de que su trabajo es pura vida.