sábado, 31 de octubre de 2009

OCTUBRE

Octubre es uno de mis meses favoritos. El clima de depresión me sienta bien; y la contemplación de sus lunas es todo un pasatiempos. También es el mes de lo impredecible; hace calor, hace frío, llueve, graniza... ustedes entienden.
También terminé la primera materia de mi quinto cuatrimestre de maestría: Administración Escolar. La verdad es que fue una sopresa descubrir que mi calificación es de 10. No que no sea capaz sino que no le tenía mucha fe a mi trabajo final aunque me gustó mucho el planteamiento que hice del mismo.
Me enteré que una amiga está esperando bebé. La vida se abre paso y las nuevas generaciones llegan. Conscientemente puedo afirmar que casi a mis 28 años NO siento la presión de mi reloj biológico.
Para lo que sí siento presión es para mi actividad como alumna. Sin contar la que empiezo hoy, Evaluación Docente, me faltan 6 materias. Espero que todo el próximo año.
Este mes mis alumnos florecieron y escuché frases muy interesantes y divertidas, también desconcertantes. Mis favoritas son las siguientes:
--A mí me hubiera gustado estar en una escuela como la de Rebelde.
--Yo sí creo que la tierra es redonda. Porque Galileo Galilei, uno de esos griegos sabiondos, así lo dijo.
Todas unas joyas en voz del futuro de México.
Mañana comienza Noviembre y con él mi coco.
En fin.

sábado, 10 de octubre de 2009

¡AUXILIO!

La siguiente nota es una llamada de auxilio: estamos perdiendo el arte de hablar solos y en voz alta.
Sí, en efecto, ha leído usted bien. Yo me cuento entre esos artistas que se lamentan de la pérdida de la camaradería del artilugio. Nos tachan de locos pero nada más lejano; es sólo que valoramos la comunicación intrapersonal sobre cualquier otro nivel comunicativo. Cada vez que me cruzo con uno de mis "hermanos" nos guiñamos el ojo y nos sonreímos en complicidad (único momento en que voluntariamente nos permitimos el disfrute de lo interpersonal).
Sin embargo, todo lo bueno debe terminar en algún momento.
Todo comenzó con el secreto de una persona que decía se ocultaba detrás del "manos libres" para que nadie se diera cuenta que hablaba sola.
Un par de días después vino el declive: me crucé con alguien que hablaba solo, busqué su mirada y lo saludé inclinando la cabeza; él me miró como tratando de ubicarme. ¿Cómo es posible que no me reconociera? Entonces giró hacia su costado derecho y lo vi. El cable que salía de su oreja y corría a lo largo de su torso hasta el bolsillo delantero de su pantalón.
En ese momento, la verdad me golpeó de lleno en la cara (tal como las verdades siempre golpean): la tecnología, que ha ido poco a poco matando estilos de vida, ahora tiene en la mira al mío.
Así que recurro a ustedes. Necesitamos una posible solución. Esperaré propuestas. Favor de dirigirlas a mi correo electrónico.