sábado, 18 de octubre de 2008

ALUMNOS

Tengo cinco años de experiencia docente. Éstos me han permitido analizar al ser humano en formación. Y conseguir una especie de clasificación de individuos. Les presento a continuación el tipo de alumnos que he tenido la dicha de recibir en mis aulas.
a) El "yo no fui": es el alumno que se niega a aceptar responsabilidad por sus actos. En cada grupo hay por lo menos un par; no tardas en decirles que están cometiendo faltas de indisciplina cuando gritan que ellos no estaban haciendo nada. La sensación es de impotencia: ¿creen que soy idiota? Los estoy viendo hablar, tirar basura, aventar todo tipo de objetos a los compañeros, están revisando su correo electrónico en plena clase, etc., etc., etc. Los pretextos son innumerables. No me considero sexista, sin embargo, 9 de cada 10 alumnos que pertenecen a esta categoría son hombres.
b) El "yo no, es él": es una variación del alumno anterior. En este caso, 9 de cada 10 son mujeres. Específicamente las niñas que creen que coquetear con los chicos implica rebajarse a su nivel. Se olvidan de que son inteligentes para actuar como bimbos sin cerebro, que creen que independientemente de cómo traten a un hombre (joven adulto que se niega a dejar de ser adolescente), éste jamás les faltará el respeto. ¡Qué equivocadas! Por lo menos una por grupo, una vez por curso, me exige que regañe al compañero que les dijo no sé qué babosada, demostrándoles que aún están muy lejos de ser el príncipe azul. No me tiento el corazón. Claro que alzo la voz pero en contra de esa pequeña mujercita: eres mujer, no te puedes dar el lujo de ser idiota.
c) El "yo siempre trabajo": es el alumno que según él ha estado trabajando y entregando todo tipo de tareas y prácticas. Curiosamente cuando observo mis registros el chico no tiene puntos en las actividades. Se niegan, se enojan, me acusan de perderles sus tareas, de negarme a calificarles; suspiro resignada, les pido me entreguen pruebas de que en efecto han entregado sus actividades. Entonces, ahí, arrugadas, manchadas, sin contestar, comienzan a aparecer las actividades. La siguiente pregunta es de rigor: ¿se las puedo entregar mañana? Por lo menos 4 de cada 10 alumnos caen en esta clasificación.
d) El "tuve muchas cosas qué hacer, no tuve tiempo para esta materia": es ese alumno cuyas prioridades están más que descompuestas. A base de cuestionamiento descubrirás que para este alumno primero es el gimnasio o cualquier deporte que practique, después la diversión, por último, si hay chance, la tarea. Aplica el mismo método para el dinero. La semana pasada pedí a uno de mis grupos llevaran una revista; las quejas comenzaron: no tengo revistas; la respuesta creo yo es obvia, compra una; entonces apareció este alumno: me voy a quedar sin dinero, en la noche tengo una fiesta. No supe qué decirle.
e) El "soy encantador, me puedo salvar de todo": es el que de la nada se queda al final de la clase a platicar conmigo, quiere acompañarme en el camino; es el que me hace enojar y en lugar de disculparse por su comportamiento se me acerca para según él o ella endulzarme el oído. La mayoría de los casos son hombres, tristemente en el último año se han presentado mujeres que cubren este perfil.
f) El "quiero explicaciones de todo, pero no porque esté interesado, sino porque quiero demostrar que usted no sabe tanto como dice o parece": creo que más explicaciones no son necesarias. Este especimen se presenta en uno de cada veinte alumnos.
¿Por qué estoy haciendo esta tipología? Porque parece que todos estos individuos decidieron salir de su madriguera y mostrar su fea carota esta semana. Lo anterior me ha llevado a reflexionar sobre mi propio papel como alumna. Tengo una clasificación propia: la "exijo de mis alumnos lo que yo no doy como maestra". Son las diez de la mañana, estoy en el break de la última sesión de la materia Metodología de la Investigación. Hace una hora aproximadamente presenté mi protocolo de investigación: estoy resignadamente respirando. Debo admitir que esta materia no ha sido la mejor. Tomo completa responsabilidad al respecto. Casi estoy a punto de tirar la toalla y aceptar lo inevitable: tengo la inclinación mas no lo necesario para ser investigadora. Para mí, todo se resumirá en trabajo duro, a largo plazo.

domingo, 12 de octubre de 2008

CUENTA REGRESIVA

Ayer la verdad cayó como balde de agua fría. Comienza la cuenta regresiva. Hoy recibí la prueba de que lo anterior es cierto. En esta ocasión, decidió que me sorprendería en otro sitio. Ahí estaba, en mi sien, larga hebra de plata.

sábado, 4 de octubre de 2008

METODOLOGÍA 9:30 A.M.

Se acabó septiembre. Estamos en el cuarto día del décimo mes. Me prometí no olvidar mi aniversario: 21 de octubre; aunque para ser honesta, últimamente se me olvidan mis promesas, o las ignoro, o me niego a cumplirlas... ahora estoy sentada en la tercera banca de la primera fila en mi clase; escucho la voz del profesor, nos convece de que el trabajo presentado por "X" es un mal trabajo... lo medio leí en la semana, estoy de acuerdo, no necesita repetirlo, el protocolo de investigación sufre errores de todo tipo, los más graves, de redacción. Lo anterior me lleva a recordar mi propio protocolo. Tengo lo que debo tener pero en retazos sin sentido; ya sólo me quedan dos semanas. No ha sido la mejor materia. Creo que mis compañeros coinciden conmigo. Sólo basta pasear la mirada: ojos vidriosos, fijos en un punto encima del profesor, chit-chat que nada tiene que ver con el tema discutido, bostezos, el reloj, apenas son las nueve y media. Cuatro horas más. El maestro tiene buenas intenciones: acaba de llenar el pintarrón con fórmulas para identificar la representatividad de la muestra; no sé mis compañeros pero mis conocimientos de probabilidad y estadística son los menos. Volteo a verlos; sí, ahí está la mirada. Sólo una persona parece saber qué está haciendo el doctor. En fin: ¡nos vemos en estadística! Para mí fue amenaza velada. Continuamos haciendo garras el trabajo de Janet.