jueves, 8 de mayo de 2008

SÁBADO

El sábado aprendí mucho sobre mí. Irónicamente, necesité la ayuda de terceros para llegar a conclusiones; para aceptar el hecho de que he madurado; que no soy la misma niña que llegó a esta ciudad en agosto de 1999. Aprendí que puedo ser honesta sin lastimar a los demás; que aunque pretenda lo contrario, se me percibe como inteligente; que aunque pretenda lo contrario, se me percibe como empática; se me percibe con una fuerza tan intensa que puede generar miedo o envidia según la naturaleza del otro; que tengo la capacidad de caerle bien a cualquier persona sin importar su edad (lo cual dicho sea de paso me ha ayudado mucho en mi labor docente); también aprendí que en los demás hay cualidades que yo no poseo y que jamás poseeré: sencillez en mis maneras; humildad en aceptar cuando algo me molesta; sensibilidad para entender los sentimientos de los demás; creatividad para producir algo nuevo; además, aprendí que en los demás hay debilidades que yo poseo en mayor o menor grado: orgullo y soberbia que me impiden aceptar que me he equivocado y pedir perdón por ello. El sábado fue un gran sábado.

2 comentarios:

Aisling dijo...

Ah, suena a una muy buena plática de café, o una reunión con seres queridos, o tal vez un reencuentro con alguien que se preocupa por ti. Vaya que eso lo envidio. Ese sábado me la pasé durmiendo y viendo tele.

Me queda una dudita: si, gracias a Dios, ya no estamos en los ochenta; ¿para qué querrías que no se te percibiera como inteligente? La gente ya está empezando a darse cuenta que con el cerebro uno se divierte más.

Antígona dijo...

Hehehe... completamente de acuerdo... supongo que es cobardía: una vez tachada de inteligente ya no puedes equivocarte... Gracias por la visita... Saludos