domingo, 8 de julio de 2007

LA PROFE CHABELITA

Psicología a la inversa era la estrategia que mi madre empleaba para controlar a tres niños inquietos. No me ordenaba hacer algo: me retaba a competencias de recoger ropa sucia; obviamente YO siempre ganaba. Nunca empleó el miedo para educarnos, pero sí para lograr lo que ella quería; por ejemplo: la vez de las gitanas.
No recuerdo la edad que teníamos. No recuerdo si era fin de semana o vacaciones de verano. Lo que sí recuerdo es las circunstancias en las que ocurrieron los hechos. Mis hermanos y yo estábamos tirados en el suelo: leyendo o jugando; mamá estaba en la cocina preparando comida. De pronto, escuchamos que cerró la puerta de la casa; salió de la cocina, caminó entre nosotros hasta la ventana que da al porche, observó atentamente la calle. Nosotros brincamos de la curiosidad, cuestionando. Ella insistió con voz seria que continuáramos tirados en el suelo. Ante las preguntas insistentes, anunció:
- Acaban de pasar unas gitanas.
Nosotros no sabíamos que era eso. Así que explicó:
- Son unas mujeres que se visten con un montón de faldas largas que llegan hasta el suelo. Van por las poblaciones vendiendo cosas y robándose niños. Los meten debajo de sus faldas y nadie los vuelve a ver.
El miedo fue natural. Ocultándonos detrás de ella, observamos la calle; para nuestra mala suerte ya habían pasado. Un par de minutos después, volteó y preguntó:- ¿Van a la tienda? Necesito algo para terminar la comida.
Los nervios de los tres eran obvios.
- No se preocupen, yo estaré en el porche viéndolos.
Mi madre acababa de contarnos una historia de terror: andaban unas robachicos merodeando la colonia; cinco minutos después nos mandaba, a los tres, a la calle. ¿Qué madre hace eso? La mía. Primera y única vez que corrimos al abarrote de la esquina sin entretenernos. Rompimos récord y una vez más ella consiguió justo lo que quería.
Hoy a la luz de mis 25 años, estoy segura de una cosa: las dichosas gitanas no existieron más que en la imaginación de madre. Tal como las historias que con resignación tenía que narrar para que sus tres retoños se durmieran. O bien, cantar cinco veces la de “los tres cochinitos ya están en la cama…”, aunque sus bebés se burlaran de ella.
Mi madre hoy cumple 54 años, y la máxima enseñanza que ha transmitido a sus tres niños es que la vida sólo vale la pena cuando buscas que tu existencia sea lo más tranquila posible, lo cual sólo se consigue cuando no te tomas en serio ni las situaciones ni a las personas.
¡Gracias por todo señora! ¡Ah, y no me salga con que lo de las gitanas no es cierto!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Claro que recuerdo ese día. Como cada día desde que llegaste. Lo mejor es que tu lo recuerdes con todo lo que has leido y sigue alli en un lugar de tu memoria. Gracias reina.

Anónimo dijo...

permiteme por primera vez hacer llegar desde aqui mismas sinceras felicitaciones a tu mami.
y agradecer el haber concebido a un ser extraordinario tú............
¡¡¡¡F E L I C I D A D E S !!!!!