sábado, 27 de junio de 2009

ACENTUACIÓN

En la semana, platicando con mis alumnas de la clase de Redacción, comentaba el hecho de que suelo huir de aquellos lugares (por ejemplo restaurantes) cuya carta de presentación (publicidad, nombre del lugar, menú, etc.) tiene faltas de ortografía; especialmente de acentos. Les comentaba lo anterior para mostrar un punto: tu forma de escribir es tu carta de presentación; con ella te vendes. Y en un país en el cual el dios burócrata se mueve sólo con papeles, pues nada más importante que una excelente ortografía.
Desafortunadamente, en una sociedad donde la función comunicativa escrita está devaluada, lo anterior resulta sólo un rasgo "excéntrico", por no decir mamón, de mi personalidad. De tal manera que cuando hago uno de mis berrinches es la Lupe la que queda mal, la intolerante, inflexible y demás.
Así que he aprendido a callarme. Sobre todo cuando se trata de juzgar a mis "iguales". Mis colegas, mis compañeros de armas, a la gran mayoría de los que he conocido en este mundo denominado Maestría en Educación. Hombres y mujeres presumidos inteligentes, estudiados, leídos y escribidos; quienes hacen muestra obvia de su labor educativa en cada una de las exposiciones, presentaciones y comentarios, y en los cuales lo que sobresale son sus errores de ortografía, sintaxis y semántica, o peor aún, de redacción. ¡Oh gloriosos maestros, el futuro de la humanidad (México) está en sus manos!
¡Qué pobre se observa el futuro!

sábado, 20 de junio de 2009

CIVILIZACIÓN-BARBARIE

En mis días de juventud idealista, adopté la postura de que un individuo entre más estudios universitarios, más civilizado. Nada más alejado de la realidad. Sobre todo cuando en mi tardía juventud observo que existen individuos cuyo estudio es un "estudio"; más apariencia que nada. La consecuencia es que su salvajismo da mala fama a los que de alguna manera buscamos civilizarnos.

jueves, 18 de junio de 2009

TODOS LO NOTAN

Si fuera una persona espiritual, encontraría un significado, una revelación, en cada pequeño acto cotidiano. Sin embargo, nada más alejado de la realidad. La verdad es que siempre he sido pésima para el hipertexto, subtexto y lectura entre líneas. Soy el tipo de persona que pasa por la vida y sólo reacciona cuando ésta le grita a la cara. Es necesario tener a mi lado a una persona de carne y hueso que interprete lo que los demás no me están diciendo. Este mes el mensaje me llegó fuerte y claro: éste no es un mundo seguro, la próxima vez podría ser mucho peor.
Intentaré protegerme. Mi caminar será lento pero seguro, mi cabeza irá alta aunque de pronto se agachará para ver las piedras y huecos del camino, mis zapatos sonarán fuerte aunque se desgasten rápido, mi hablar será veloz y a gritos pero honesto, saludaré y sonreiré a quienes crucen mi camino pero con recelo interno, procuraré que los demás se sientan cómodos en mi presencia aunque yo esté a la defensiva. En otras palabras, seguiré igual. Y sin embargo, gracias a dichas características personales hace algunos años alguien me llamó mosca muerta. Quizá. Pero no me quejo, vivo en paz y todos lo notan.

sábado, 6 de junio de 2009

LOS OTROS

Regresé al salón de clases, alumna otra vez. Después de un descanso involuntario (debo admitir que sí lo disfruté), y después de confrontaciones burocráticas porque no había quién me informara sobre el primer día de clases, la materia de Didáctica inició el sábado 30 de mayo y con ella mi cuarto cuatrimestre. La clase la comparto con los compañeros de la Maestría en Matemáticas. Lo primero que llama mi atención es la personalidad de mis nuevos compañeros. Estoy acostumbrada a mis colegas de Educación, somos reflexivos y con tendencia a opinar, así como, a relacionar lo que nos dicen con la práctica diaria, compartimos anécdotas a manera de confesionario de sábado, que necesitamos relacionar la teoría con nuestra práctica diaria; guardamos silencio, apagamos celulares, estamos a tiempo en la clase, esperamos hasta los "breaks" para salir del salón, callamos cuando alguien más habla y escuchamos, sobre todo escuchamos. Diferimos de los otros. De ellos, que "murmullan", que se desesperan cuando uno de nosotros expresa inquietudes largas o reflexiones de cinco minutos, que contestan el celular en plena clase, que juegan con tapones de botella, que se avientan con papelitos, que llegan diez minutos después del fin del receso... no cabe duda que ellos, los otros, siempre serán la fuente de confictos. Y para ellos, yo soy la otra.