lunes, 25 de mayo de 2009

PRIMERA VEZ

Me levanté para timbrar mi parada, al igual que otros cinco o seis pasajeros. Fui la primera en llegar a la puerta trasera, por tanto, la responsable del timbre. Entonces lo sentí... fue sutil, claramente las manos de un experto, sin embargo, el sonido del velcro delató el acto y al individuo responsable. Volteé a encarar al atrevido. Todavía con la mano dentro de mi bolsa soltó lo que había tomado: mi celular. Sentí mi sangre congelarse y la indignación en todo mi ser acentuándose cuando la rabia provocó el temblar de mis manos. El celular cayó al suelo (primera vez que sufre tal infortunio) y el pobre hombre (ahora, a dos horas del hecho puedo llamarlo de tal manera) se inclinó, lo levantó y me lo entregó. Todo lo anterior sin hacer contacto visual. Yo no despegué mi vista de él. Sí, me acuerdo de ti. Dudo poder olvidarte. Bajó del camión corriendo, bajé tras él. Estuve parada en esa tan transitada esquina alrededor de veinte minutos. La paranoia me llevó a pensar que seguiría mis pasos. Hasta que se desapareció continué mi camino. Eso sí cada tantos pasos volteaba hacia atrás (no puedo ni imaginar la estampa que presentaba). ¡Mejor suerte para la próxima!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Reina veinte minutos no creo todo fue por el susto.Afortunadamente solo fue eso solo el susto.