sábado, 10 de noviembre de 2007

PAYASITO

Con lo pesada que fue mi semana, no tuve tiempo ni para pensar en mí. Aun así, tuve la fortuna de que las circunstancias me guiaran para conocer un poco más de una persona que ya me parecía fuera de lo común. No sé su nombre, pero lo he visto por lo menos una vez al mes desde 1999, año en que empecé mis aventuras en camiones tapatíos o zapopanos. Él esperaba en las paradas, y los choferes eran, raro para ellos, muy amables. Le permitían abordar (sin cobrarle un centavo), y que lanzara chistes al aire, en su media voz, entre dientes, con voz cantarina...; su vestimenta ha sido la misma desde siempre: unos pantalones raídos que le quedan grandes; una camisa verde olivo, sucia; un saco que fue café, con parches...; un bombín con un remedo de flor que cae juguetona y desteñida, sobre su frente...; en su rostro arrugado, plasta de maquillaje blanco, triángulos amarillos por ojos, una enorme sonrisa roja, y a falta de nariz, un círculo en la punta... Así se gana la vida, contando chistes, tarareando musiquilla insulsa, pretendiendo hacer reír... y así se gana mis monedas, las que agradece llamándome niña y deseándome buen viaje... para después descender del camión con agilidad felina.
El miércoles tomé el camión de vuelta a casa... Línea Turquesa... para mi sorpresa el chofer se detuvo una parada adelante y gritó un saludo al payasito; digo para mi sorpresa porque esta ruta tiene como política no permitir que suba quien pueda importunar a sus pasajeros... pero el chofer ignoró esta norma; la razón: el payasito cumplía 104 años...
El estómago se me estrujó; de pronto 26 no parecieron tan malos. Y 10 pesos me parecieron un pésimo regalo, pero él lo agradeció igual que siempre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que descripción, formidable reina . Te felicito cada día escribes mejor.